Quería enfocar esta vez mis habituales críticas de una forma diferente, lo cual me ha llevado a una reflexión sobre la capacidad de adicción de los videojuegos. Así, y partiendo de la base de que un videojuego es algo que te propone un reto, y tú como jugador lo asumes y haces todo lo que esté en tu mano para superarlo, hay un factor que, por motivos opuestos, puede ser clave en la capacidad de adicción de un videojuego, y éste es la dificultad. Cuantas veces hemos oído términos como dificultad injusta, o que un juego sea muy bonito, pero fácilmente pueda durar una sola tarde. A veces es un control defectuoso lo que dificulta el recorrido, pero eso ya es para mi más un fallo de jugabilidad que un incremento en términos de dificultad. Pero, por poner un ejemplo, el Actraiser 2 era un juego que tenía muy buena pinta hasta que una vez empezado, te dabas cuentas de que un exceso de enemigos y de dificultad al derrotarlos, junto a unas a veces demasiado lentas animaciones, dificultaban en demasía el trayecto. En el bando contrario, tenemos juegos que de tan fáciles, son solo recomendables si los vas a jugar gratis, ya que gastar tu dinero en comprar algo que se acaba en un rato puede ser bastante frustrante.
Hoy voy a analizar dos juegos que, por suerte, representan estas dos vertientes en un sentido bastante positivo, el Assassin's creed: la hermandad y el Megaman 7.
Assassin's creed: la hermandad podría ser el ejemplo perfecto de juego demasiado fácil si no fuera por los aspectos que lo hacen un juego divertido y entretenido.
La historia, uno de los puntos fuertes de todos los AC, nos sitúa de nuevo emulando a Desmond en la era actual, y asumiendo la mayor parte del tiempo en el papel de Ezio, como ya hiciera en AC2. Después del extraño final de éste, nos toca seguir el destino de Ezio en Roma, una ciudad enorme que explorar, degustar y disfrutar. Sólo una ciudad, pero tan genial que perderse en ella es una experiencia sin igual. Es ese otro de los puntos fuertes de AC:LH, el poder estar horas sin avanzar un ápice en la historia, pero disfrutando del parkour y de las batallas, o más bien aniquilaciones, contra el ejército romano. Y es que una de las mayores facilidades del juego es el simple sistema de batalla, ya que ni en un 10 contra 1 es fácil morir, y en esta ocasión además tienes ayudas del clan de asesinos a los que puedes llamar para que te hagan el trabajo sucio. Tampoco el parkour complica demasiado las cosas, ni siquiera en los largos recorridos del tesoro de Rómulo. Así, lo más difícil suele ser el sigilo, pero para nada comparable a un Metal gear solid.
Todo esto nos conduciría a un juego que se haría aburrido (como sucedió con el primer juego de la saga) si no fuera porque la historia está bien guionizada, las misiones son variadas, Roma es majestuosa y los coleccionables y misiones secundarias aportan cierta rejugabilidad. Eso sí, tras completar el AC2 al 100%, ha sido una decepción encontrar exactamente lo mismo en esta continuación. Plumas, glifos, banderas y el tesoro aseguran una larga vida si vas a por ellos, pero cansan después de haber estado ya buscándolos en el AC2. Aún así, la rejugabilidad y la diversión vienen con la ciudad de Roma y lo fácil que es perderse en ella. Este es un buen ejemplo que te lo pone todo en bandeja para que simplemente disfrutes de forma fácil.
Nota: 8,4
Y como juego difícil, uno de la saga megaman. Recurso fácil, lo se. Pero por primera vez en mi vida, le dediqué muchas horas a un juego de la saga, tarea que tenía pendiente desde hace muchos años, y además, en este blog voy contando los juegos a medida que me los voy pasando, y este me lo pasé la semana pasada.
Como siempre, la mecánica es bastante simple. Enchufas el juego, y tras una breve introducción en la que te enfrentas por primera vez a Bass, escoges una de las 4 primeras pantallas. Freezeman, por ejemplo. Y te matan antes de llegar siquiera a la mitad del recorrido. Pero bueno, tienes un password y ya no tendrás que volver a repetir el enfrentamiento inicial con Bass, así que vuelves a Freezeman stage. Pero esta vez ya no te pilla de primeras y logras avanzar un poco más. Tras unas cuantas partidas, ya te sabes de memoria la primera mitad de la fase, y con mucha dificultad has llegado a superar también la segunda mitad, aunque no te queda mucha vida y claro, Freezeman te da pal pelo. Al final, de tanto intentarlo, eres capaz de llegar al enfrentamiento con Freezeman con toda la vida, y otras dos vidas más. Pero es un jefe muy difícil.
Al final decides probar otra fase, por si fueran un poco más asequibles, pero no lo son, y acabas volviendo a Freezeman, y lo intentas otras muchas veces hasta que al final lo derrotas. Por los pelos. Y con el password y un nuevo poder, toca seguir con, por ejemplo, Burst man.
A base de repeticiones y memorizar, y con la ayuda de los passwords, se va avanzando. Y lejos de agotar, el reto te pica y te impulsa a seguir intentándolo, con más ahínco cada vez si cabe, para superar las primeras 4 fases, las siguientes 4 y luego ya las diferentes de etapas del castillo de Willy, los enfrentamientos con Bass y de nuevo con el resto de jefes, y la batalla final contra Willy. Gracias a un control preciso y a un diseño de niveles exquisito, el juego engancha y se hace súper ameno. Mención aparte merece la música, siempre adecuada y con composiciones realmente buenas, de las que tararearé algún tiempo.
Nota: 8.9
Dos grandes juegos, uno que te lo pone fácil para disfrutar de un mundo abierto preciosista, otro que te pone a prueba los nervios y la capacidad de aprender de tus errores para superar un reto considerable. Dos concepciones opuestas e igualmente válidas de videojuego.
Hasta la próxima, mochuelines!
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