lunes, 7 de marzo de 2016

Crítica de cine: El último emperador

Hola mochuelines,

Esta vez le ha tocado el turno a una de las grandes películas del cine europeo, El último emperador, del gran Bernardo Bertolucci.


¿Y qué voy a decir de esta obra cumbre que fue ganadora de 9 Oscar que no se haya dicho ya? Es una biografía muy completa y, a pesar de sus 160 minutos de metraje, muy condensada y concisa. Y es que por mucho que lo piense, no sobra ni una escena, ni un fotograma, nada. Todos los momentos clave de la vida de Pu Yi están magnificamente recreados e interpretados, parece ser que la biografía es bastante fidedigna a la realidad, y aunque la parte de Manchuria se me hizo larga, esto se compensa con un excelente comienzo, rodado íntegramente en la ciudad prohibida.

Este es uno de los grandes hitos del film. Conseguir rodar allí a pesar de las restricciones que habían (y siguen habiendo), en un país de mentalidad tan cerrada como China, y lograr esos planos tan bellos y espectaculares de la vida imperial es impagable. La sala de la coronación está hoy en día cerrada al público para evitar el deterioro, sobretodo del suelo negro, ya que está construido con un material muy raro del que sería imposible conseguir recambio, ya que su procedencia es desconocida. Se puede visitar y se permite llegar hasta la puerta, pero no entrar dentro, como sí hicieron Bertolucci y su equipo para rodar la escena de la muerte de la antigua emperatriz y posterior coronación de Pu Yi.

Otro detalle que me llamó mucho la atención fue cuando al principio de la película, cuando aún están apareciendo los nombres de los actores, vi que uno de ellos era Ryuichi Sakamoto. Me extrañó, porque sabía que era músico, pero su nombre estaba situado junto al de los otros actores. Y luego volvió a aparecer, ya como encargado de la banda sonora. Pensé que sería un cameo, pero en los créditos finales vi que el personaje que interpretaba era el de Amakasu, personaje de gran relevancia. Sakamoto se llevó el Oscar, pero no por su buena interpretación, sino por su excelente banda sonora, otro de los puntos fuertes de la película. El tema principal es una delicia, está fantásticamente integrada en el film (genial la escena en la que el emperador es manoseado tras una sábana por sus súbditos), y la instrumentación, que mezcla lo clásico con los instrumentos tradicionales asiáticos, da como resultado algo único.

En definitiva, una de las grandes películas de siempre, que difícilmente podía ser mejorada, a pesar de lo lenta que resulta, pero donde todo tiene un sentido y aporta hasta redondear una película magnífica. Si tuviera que ser objetivo le daría por lo menos un 9, pero como es mi blog, y a mi se me hizo larga...

Nota: 7,7/10


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